viernes, 28 de noviembre de 2014

Turchunes de la tía Teresa


Hoy les traigo una receta muy especial, una receta que marcó mi infancia. Muchas veces cuando yo iba a la casa de mi vecina, la tía Teresa, ella tenía estas galletas recién salidas del horno y me convidaba una. 

A esa casa entré toda mi vida sin golpear y siempre encontraba a esta maravillosa mujer, viejita desde que la conocí. Con sus manos arrugadas, cansadas por los años, me hacía una caricia y me sonreía siempre, aunque ahora comprendo que muchas veces debo haber llegado a "gunfiar", como decía ella. La tía Teresa, era como mi nonna, ella me enseñó la paciencia al hacerme esperar que todos los grandes tomaran mate antes de darme uno, esos mates dulces y calientes que cebó hasta siempre, incluso cuando ya no los podía tomar. Ella me enseñó la técnica infalible para calmarme cuando algo me tenía mal: había que jugar un solitario hasta que saliera, pero ojo cuando mezclaras las cartas, que no se fueran a ajar. 

No pasa largo tiempo sin que me acuerde de ella, esa mujer sabia que cuando la vi por última vez me dijo, en su castellano que jamás perdió el acento italiano, "Vos no vas a volver más acá". Y el martes me acordé de ella, de su cara que yo miraba levantando la mía, con el sol de las 11 de la mañana que nos iluminaba y ella me ofrecía sus Turchunes recién hechos, esas galletas que se deshacen en la boca. Y me dieron ganas de tenerte un ratito más cerca tía Teresa, así que hice Turchunes. 

Le mandé un whatsapp a mi mamá para preguntarle si ella se acordaba cómo se hacían (aunque cuando yo le pedía Turchunes a mi mamá nunca me gustaban porque "no eran iguales a los de la tía Teresa) y me mandó la receta que acá les va: 
Como en todas las comidas más ricas del mundo, los ingredientes son sencillos y nobles: 2 huevos, 150 gr. de azúcar, 150 gr. de manteca (mantequilla para los chilenos) y 300 gr de harina leudante (con polvos, para los chilenos). 
Espero que pronto contemos con el auspicio de LIDER para las recetas. 
Lo primero que hay que hacer es batir el azúcar junto con la manteca (ya saben los chilenos) hasta que se haga una crema y de ahí mientras siguen batiendo le agregan los dos huevos. 
Ahora viene la parte de la harina, que me causó un poco de complicaciones. Porque mi mamá me dijo que eran 300 gr. y que me iba a quedar como masa de pasta frola (que queda para estirar), pero no me quedaba. Encima, mi mamá me decía (todo esto por whatsapp) que si me quedaba muy duro le agregara leche!!! Y yo marcando ocupado con esta masa que estaba re pegote!! No me quedó otra que seguir echando harina (como 150 gr más) hasta que quedó algo decente, como en la foto. 
Así y todo no me quedó para estirar, que supuestamente había que estirar la masa hasta que tuviera 2 cms. de grosor. Pero nada, no me rendí y en vez de seguir agregando harina hice unas tiritas (tiene que ser tiritas, porque sino no son iguales a los de la Tía Teresa y tampoco saben igual, se los digo por experiencia) con la mano, me salieron un montón: dos docenas y media!! 
Las puse en el horno a 180 grados y fui viendo más o menos cuando estaban doraditas pero no quemadas, eso se demoró 20 minutos en la primera tanda y 15 en las dos restantes (cuidado que los tiempos de horno siempre van a depender del tamaño y grosor que hagan las tiritas así que ustedes vayan viendo) . Antes que salieran del horno se sentía el aroma de los Turchunes, ese anuncio maravilloso que se olía desde el patio de mi casa e indicaba que había que salir corriendo a la casa de al lado. 
Antes de probarlas, tenía miedo de no conseguir el "efecto Ratatuil", ya saben ese de la película del ratoncito cuando el crítico de cocina prueba el plato y se acuerda de cuando su mamá le cocinaba. Por suerte, cuando me comí la primera fue como retroceder en el tiempo y mirar otra vez tus ojos verdes tía y tus rulos negros y tus delantales de colores con flores y sentir esa casa con olor a agua dulce del balde que siempre tenías recién sacada del aljibe. 
Después de eso comprobé que no estoy loca porque a Rafa le gustaron demasiado, Manuel no para de pedir "chun" y una amiga ya las está haciendo en su casa. 
Tía este es mi pequeño homenaje para vos, gracias por tanto, siempre tendrás un lugar privilegiado en mi corazón. 

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