Espacio amplio e
iluminado, todo negro. Decorado minimalista. ¡Por amor de Dios!, Claudia no
pudo hacer nada para revivir un poco a este hombre. Mucho gusto, Giovanna
Grieco. Mucho gusto señora Giovanna, yo soy César Brigman. Me imagino que
Claudia le habrá contado ya algo sobre el empleo. Sí, y sin ánimos de dejar mi
humildad le digo que soy la indicada. He cuidado niños toda mi vida. Usted se
imagina que ellos crecen y naturalmente una se queda sin empleo, pero siempre
hay niños para darle mi amor. Ah, ¿y cuál piensa usted que es la base de la
educación? ¡Ay señor César!, esa es la pregunta más frecuente que recibo de los
padres cuando voy a una entrevista. Es muy claro, para mi los valores
familiares son lo más importante. Nada reemplaza a los padres, por eso yo
intento captar su esencia y seguir su estilo de crianza, sin perder de vista lo
que aprenden en el colegio, tratando de vigilar lo que ven en televisión y la
religión, sí, la religión es una pieza fundamental en la vida de los niños. Veo
que realmente tiene muy claro como dirigir hacia el lugar correcto a un niño,
eso me gusta y ¿Usted acostumbra jugar con los niños que cuida? Los niños,
señor César, necesitan jugar con otros niños y no con una señora que ronda los
cuarenta. Prefiero que inviten amigos o llevarlos al parque. Sin embargo,
cuando no hay nada que hacer me gusta jugar con ellos partidas de ajedrez o
damas, tal vez armar unos rompecabezas. Señora, es usted la reencarnación de
Mary Popins. Ni una palabra más. Está contratada. Gracias, señor César, no se
va a arrepentir. Quisiera conocer a los niños cuanto antes. Sí, sería lo mejor.
Mañana en la tarde podría ir a casa a merendar, ¿hay algún problema con que sea
sábado? No, no, me parece perfecto. Bien, Claudia le va a dar las indicaciones
para llegar a mi casa, nos vemos mañana a eso de las seis. Hasta mañana señor César.
Hasta mañana señora Giovanna.
Sin duda Dios es
bueno conmigo, otra vez me favorece con un trabajo de señora. Gracias, gracias,
gracias. Ahora un pequeño festejo. A tomar daiquiris con Lucy. ¿Hola? Lucy mi
querida, ¡¡¡tengo el trabajo!!! Sí, ¿lo podés creer? Yo tampoco. Bueno hay que
festejar, nos encontramos donde siempre a las diez. Nos vemos, chau, chau.
Claudita querida, lo
conseguí. Muchas gracias por pensar en mí, corazón ¿No te digo que sos el ángel
del grupo? ¡Ay! pero si no es nada, el favor me lo hacés vos a mí, a ver si de
una vez puedo irme de vacaciones con mi bomboncito. Sí, sí que está fuerte el
muchachito, para comérselo completo. Bueno, bueno, menos babas que esa
mercadería ya tiene dueña y bastante me constó engancharlo con todo ese temita
de la viudez que tiene. Pero ya lo tenes en tus manos y no te lo saca nadie, yo
en estos días les hago un lavadito de cabeza a los chiquitos, cuando vuelvas te
van a amar. Gracias Gio, sos impagable. No, impagable no, de eso se encarga tu
papito y vos disfrutalo. Nos vemos mañana que voy a merendar para conocer a los
chicos, después te llamo para que me des bien la dirección. Sí, nos hablamos,
besito, besito. Bye, besito…
Me cago en los tacos
chinos, no doy más. Voy a malgastar por anticipado, me tomo un taxi. Mirá esa
vieja, ¿¿no se podía poner otra cosa que no sea tan de pendeja?? ¿Porqué las
personas no son capaces de vestirse de acuerdo a lo que son? Si tenés veinte,
bueno te lo acepto, pero si tenés sesenta (porque menos no tiene), ponete algo
como la gente che. Mmm, esos zapatos son de la temporada pasada, ¿en qué outlet
los compraste? Y los aires de reina con que camina… una de dos, si vas a ser
reina, anda y compralos en el shopping y si no dejá de andar como si tal y se
nota que no tenés a donde caerte muerta, mamita. En esta ciudad la gente anda aparentando
lo que no es, ¡yo sí que voy de acuerdo a lo que soy! ¡ahí está Pedro! ¡lo
estás logrando! Sos mujer, te vestís como mujer, hacés cosas de mujer, hablás
como mujer, ¿no te encanta? Claro. Pero si soy di – vi – na, esto me va a dar
una felicitación en la sesión del martes que viene. ¿Cuánto es? Son siete
pesos, linda. Gracias, espere que creo que tengo cambio. Sí, acá está, siete
justos. Que tenga buen día, señorita. Adiós, buen día para usted también.
¿Ves? Todos los
pensamientos con buenas energías vuelven, yo pienso en mi persona positivamente
y los demás me tratan con respeto, amor, consideración. Bueno una siesta no me
va a venir mal, para no dormirme esta noche con Lucy.
Claudia apagá todo
que yo termino acá con un par de cosas, cierro los archivos y nos vamos a
cenar. ¿Querés venir a mi casa? Eh, eh, César están los chicos y no quiero que
se pongan mal. No, no, no, señorita olvidadiza. Hoy es la noche con la abuelita
Toti. Entonces, mientras cierro todo voy a reconsiderar la propuesta. César, lo
siento. De verdad lo siento muchísimo porque podríamos terminar lo que
empezamos hoy en tu oficina pero ya había quedado con Gisela, compramos boletos
para el teatro y no se pueden devolver. Está bien, pero que esto quede en actas
porque siempre te quejas de que no tenemos una noche para nosotros solos y hoy
que te invito, tenés compromisos. Perdoname, yo
organizo para otro día. Ahora que va a estar Giovanna va a ser más fácil.
No te adelantes a los hechos, todavía falta ver si a los chicos les gusta.
Despreocupate, seguro que les va a gustar. Espero. Sí, yo también espero. ¿Terminaste?
Sí, yo sí ¿y vos? Ya apago la compu y bajamos juntos aunque sea. Bueno.
Un brazo, finísimo.
Casi los huesos solos. Rodeando una cintura compacta, fuerte, terminación de
una espalda de lo más masculina. Abierta y prolongada en dos brazos igualmente
fuertes, uno de ellos sobre los hombros también huesudos en los que comienzan
los dos brazos finísimos. Abrazados esperan el ascensor. Piso 13. Se abre la
puerta metálica. Lo más frío de todo. Adentro espejos, se supone que amplían el
espacio y evitan la sensación de encierro, pero brazos finísimos piensa que la
combinación de espejos y luces potentes sólo sirven para hacerla sentir mal a
una. Tanta blancura en pleno verano no es buena y menos al lado de brazos
fuertes que hace desde octubre que tiene un bronceado perfecto. ¡Qué ganas de
quemarse completo dos horas por día! Se abre la puerta y no han podido cruzar
ni una palabra, todo a causa del malcriado del piso 11 que bajaba con su madre.
A puro llanto el mocoso, vestido de marinerito azul, azul con rayas blancas, y unos
zapatitos negros, negros brillosos. Lo lleva a una fiesta, desde luego. Y la muy
ordinaria, toda de fucsia. ¿Cuándo van a aprender las personas que llega un
momento de la vida en que hay que tirar la ropa? O si no la quiere tirar, por
lo menos donarla, pero no, repito ¡no, no! se la siga poniendo porque queda
mal, mal y mal. Nos miro al espejo del ascensor, ella debería aprender de
nosotros. Mi blusa blanca, entallada. Mis pantalones de vestir, perfectamente
planchados. Estiletos, infaltables. Y el pelo planchado. Pero qué prolijidad,
qué perfección, elegancia y hermosura combinadas. No hay remedio, la ropa lo
dice todo. Mi César, traje Dior como siempre, no lleva otros. Eso lo resume de
pies a cabeza. Puedo respirar tranquila. Se abre la puerta, planta baja.
Palier.
Te acompaño al auto.
Sí, gracias. De todos modos siempre los autos de ambos estaban uno al lado del
otro. El Audi, en pareja perfecta con el Mercedes. Incomparables. Ellos eran un
perfecto compás en dos tiempos,
caminando ambos con la misma pierna. Derecha, izquierda, derecha, izquierda.
Hasta mañana, mi arrocito. Hasta mañana, dulce. Hasta mañana, mi arañita peluda
y venenosa. Hasta mañana, mi alacrán. Hasta mañana, mi gatita traicionera.
Hasta mañana, mi conejito en celo. Hasta mañana, ratita de alcantarilla. Hasta
mañana, mi larva de serpiente. Te adoro hasta la luna. Yo también. Y los dos a
la vez: “nos amamos”, “sí, nos amamos”. Beso. Beso. Beso.
Al mismo tiempo
suben a los autos. Al mismo tiempo arrancan. Suben, salen del estacionamiento.
La larva de serpiente hacia un departamento en un edificio residencial del centro.
La ratita de alcantarilla hacia su country, era obvio que no iba a dejar que
los chicos vivieran en la ciudad. Compró una burbuja para ellos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario