viernes, 28 de noviembre de 2014

Turchunes de la tía Teresa


Hoy les traigo una receta muy especial, una receta que marcó mi infancia. Muchas veces cuando yo iba a la casa de mi vecina, la tía Teresa, ella tenía estas galletas recién salidas del horno y me convidaba una. 

A esa casa entré toda mi vida sin golpear y siempre encontraba a esta maravillosa mujer, viejita desde que la conocí. Con sus manos arrugadas, cansadas por los años, me hacía una caricia y me sonreía siempre, aunque ahora comprendo que muchas veces debo haber llegado a "gunfiar", como decía ella. La tía Teresa, era como mi nonna, ella me enseñó la paciencia al hacerme esperar que todos los grandes tomaran mate antes de darme uno, esos mates dulces y calientes que cebó hasta siempre, incluso cuando ya no los podía tomar. Ella me enseñó la técnica infalible para calmarme cuando algo me tenía mal: había que jugar un solitario hasta que saliera, pero ojo cuando mezclaras las cartas, que no se fueran a ajar. 

No pasa largo tiempo sin que me acuerde de ella, esa mujer sabia que cuando la vi por última vez me dijo, en su castellano que jamás perdió el acento italiano, "Vos no vas a volver más acá". Y el martes me acordé de ella, de su cara que yo miraba levantando la mía, con el sol de las 11 de la mañana que nos iluminaba y ella me ofrecía sus Turchunes recién hechos, esas galletas que se deshacen en la boca. Y me dieron ganas de tenerte un ratito más cerca tía Teresa, así que hice Turchunes. 

domingo, 23 de noviembre de 2014

Vistiéndose, capítulo 2



Espacio amplio e iluminado, todo negro. Decorado minimalista. ¡Por amor de Dios!, Claudia no pudo hacer nada para revivir un poco a este hombre. Mucho gusto, Giovanna Grieco. Mucho gusto señora Giovanna, yo soy César Brigman. Me imagino que Claudia le habrá contado ya algo sobre el empleo. Sí, y sin ánimos de dejar mi humildad le digo que soy la indicada. He cuidado niños toda mi vida. Usted se imagina que ellos crecen y naturalmente una se queda sin empleo, pero siempre hay niños para darle mi amor. Ah, ¿y cuál piensa usted que es la base de la educación? ¡Ay señor César!, esa es la pregunta más frecuente que recibo de los padres cuando voy a una entrevista. Es muy claro, para mi los valores familiares son lo más importante. Nada reemplaza a los padres, por eso yo intento captar su esencia y seguir su estilo de crianza, sin perder de vista lo que aprenden en el colegio, tratando de vigilar lo que ven en televisión y la religión, sí, la religión es una pieza fundamental en la vida de los niños. Veo que realmente tiene muy claro como dirigir hacia el lugar correcto a un niño, eso me gusta y ¿Usted acostumbra jugar con los niños que cuida? Los niños, señor César, necesitan jugar con otros niños y no con una señora que ronda los cuarenta. Prefiero que inviten amigos o llevarlos al parque. Sin embargo, cuando no hay nada que hacer me gusta jugar con ellos partidas de ajedrez o damas, tal vez armar unos rompecabezas. Señora, es usted la reencarnación de Mary Popins. Ni una palabra más. Está contratada. Gracias, señor César, no se va a arrepentir. Quisiera conocer a los niños cuanto antes. Sí, sería lo mejor. Mañana en la tarde podría ir a casa a merendar, ¿hay algún problema con que sea sábado? No, no, me parece perfecto. Bien, Claudia le va a dar las indicaciones para llegar a mi casa, nos vemos mañana a eso de las seis. Hasta mañana señor César. Hasta mañana señora Giovanna.

sábado, 15 de noviembre de 2014

Vistiéndose, capítulo 1

CAPÍTULO 1
Sé como se hace esto. Vi a mi madre millones de veces hacerlo. Primero sin duda la faja. La faja es un objeto que no puede faltar en la vestimenta. Aprieta, modela y da elegancia. Pero lo difícil que es ponérsela, por favor. Ahora la transpiración y el forcejeo me cansaron, que agobiante la hermosura. Tendría que bañarme otra vez. No hay chance, me queda poco tiempo.
Lo segundo son las medias finas. A veeeeerrrr…. Aaa la bolsita tiene unas instrucciones muy claras. Con razón mamá nunca se equivocaba. Primero siéntese en una posición cómoda. Después sostenga la media con las dos manos, tenga cuidado de no dañarla con las uñas. Inserte la punta acomodando bien el pie. Deslice la media por la pierna hasta la altura de la rodilla. Repita los pasos anteriores en la otra pierna. Luego párese y termine de colocar las medias. El calce es per – fec – to. Pero las instrucciones in – en – ten – di – bles. Ah, ah pero acá tiene unos dibujitos al lado. Ya esta, ya comprendí. Bien, según los dibujos esto es más o menos… ¡así! Y ahora… para este lado y después me paro y ahí está.

domingo, 9 de noviembre de 2014

El (des) Empleado


“¡Es más temprano que la cresta!” – Pensaba mientras se ponía las medias y al mirar por la pequeña ventana metálica del cuarto no podía distinguir aún la claridad del día. Trató de prender la estufa para cuando se levantara la vieja, pero no había más palos. En su lugar calentó agua y prendió la radio, aunque sea que hubiera calor de hogar.
Se acercó despacito a la cama de la abuela y le hizo un cariño en la ya rala y blanca cabellera. Ella hacía rato estaba despierta, se hacía la zonza no más para que puro llegara el nieto a hacerle esa caricia que cada mañana le llenaba el alma. Cuando la vieja se levantó, el nieto, vestido con sus mejores ropas, peinado con un pulcro lengüetazo de vaca y con colonia, le acercó el primer mate a ella. Verde sauce llorón y más espumoso que agua del lavarropas estaba ese mate mañanero; porque Claudio es seco para cebar mate, esa costumbre se la dejó una argentina que estuvieron hospedando unos meses en su casa, esa fue una forma de pasar las penas del invierno; pero no duró más que un par de meses hasta que ella se consiguió un flaco medio pavo con una billetera más grande que el pantalón.
En fin, que tomaban mate con la abuela Rosa cuando en la radio se empieza a escuchar la noticia:

martes, 4 de noviembre de 2014

LuMaMi de Acelga

En Chile le dicen "LuMaMi" a las comidas hechas de todas las sobras o cosas encontradas en la heladera y que fueron quedando del Lunes, Martes y Miércoles. Y así comenzó esta receta (para dos personas), metí la cabeza en la heladera y encontré pavo (250gr.), media cebolla envuelta en una bolsa (para que desparrame su aroma por todo el espacio), un paquete (o atado) de acelga que mi hijo no se quiso comer, dos huevos y los restos de un sobre de queso rallado, además de unos pedazos de pimientos congelados que se mostraron en el freezer vacío. 
Ahí están los ingredientes, pero sepa señora/señor que los puede reemplazar a su gusto. Para mí esa debe ser la esencia de una receta: proveer una idea que cada cual puede ejecutar como mejor le parezca o le acomode.